jueves, 2 de octubre de 2008

DESVIADITOS: PARA GUSTOS, LOS COLORES


“No creo que se trate de ningún tipo de parafilia, podofilia o como quieran llamarlo. Simplemente, como millones de personas, yo disfruto besando, oliendo, mirando o sintiendo los pies de mi pareja en mi cara...”.

“A mi hay cosas que me pueden, como las uñas pintadas de rojo o ir por la calle y descubrir unos hermosos pies, sobre todo en verano, que es cuando estamos todos más descubiertos. Pero por eso no creo que sea ni un perverso o que la fijación me haya quedado por ver los pies de mi madre como decía Freud”.
Javier cuenta su experiencia con naturalidad aunque parece querer aclarar todo el tiempo que lo suyo es algo perfectamente normal y no una perversión o un problema.
Silvina está de novia desde hace dos años y desde hace aproximadamente uno y medio disfruta de la adoración de pies que le realiza su pareja.
“La primera vez que lo quiso hacer no sólo la saque corriendo sino que hasta me enoje. Después hablamos y lo fui entendiendo, sin embargo la barrera seguían siendo mis cosquillas, nunca pude soportar ni que me rozaran los pies. Con el tiempo se fue dando.”
“Ahora, él sabe que si lo hace en el momento indicado puede hacer lo que quiera con mis pies, y la verdad es que lo disfruto mucho. Sobre todo que me los bese o y chupe mientras me hace el amor. La patita al hombro nosotros la rebautizamos patita a la boca” cuenta entre risas.
Juan Martín es integrante de varios foros de fetichistas de pies en Internet como “Pies sensuales”, “Pies argentinos”, “Pies de famosas” o “Quentin Tarantino, el fetichista más famoso”.
El cuenta que su atracción por los pies la tiene desde su infancia “En el colegio me encantaba imaginarme como serían los pies de mis compañeras y como siempre estaban ocultos eso me excitaba más”.
“Una vez en la secundaria una compañera se saco los zapatos y medias y me dejo besárselos, desde ese día no los pude dejar nunca más”. Juan Martín además cuenta que es amante del footjob o sea que lo masturben con los pies y sobre todo eyacular sobre ellos.
La adoración de pies o fetichismo de pies se trata precisamente de personas que se excitan o logran llegar al orgasmo al ver, tocar, besar, lamer, oler o acariciar pies de otras personas.
A pesar de que desde Freud en adelante distintas teorías psicológicas y psicoanalíticas intentaron explicar los motivos de esta práctica, el doctor Adrián Sapetti, sexólogo con más de 30 años de experiencia, lo define sencillamente: “En sexo todo lo que es placentero es normal, porque en el sexo no hay normas, por eso es un terreno que se presta a la exploración de los sentidos y de la imaginación”. Y agrega “si alguien siente placer y disfruta con los pies de otro o que otros jueguen, besen, toquen sus pies es algo perfectamente normal, siempre y cuando sea consentido y cuando nadie salga lastimado claro.”
¡Así que adoradores y amantes de los pies, a disfrutar se ha dicho!
Por Ariel Cortez

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martes, 30 de septiembre de 2008

YA ESTA TODO INVENTADO: ÑUCA YAQUIRINI (o el sexo de los Incas)


Cuando los españoles llegaron a las tierras del Alto Perú habitaban Los Andes unos siete millones de personas. El imperio Inca se extendía desde Ecuador hasta Argentina, con coordinación desde Cuzco y una importante integración política y cultural teniendo en cuenta la cantidad de pueblos conquistados.
La tradición incaica se transmitió de forma oral y los únicos escritos cercanos a aquellas épocas con los que contamos son los escritos españoles, relatos críticos, moralistas y muchas veces tergiversados. Para entender la sexualidad de los Incas, como para cualquier otra dimensión hace falta desprenderse de nuestro sentido común y comprender otra cosmovisión, milenaria y autóctona...
Géneros paralelos
La masculinidad y la femineidad tenían cada uno sus quehaceres, y también sus dioses. El Inca y la Coya, como representaciones máximas del poder, recibían la influencia de los dioses del sol y la luna respectivamente y presidían esos quehaceres. “La división paralela de los géneros también señalaba parentesco diferenciado respecto de ancestros masculinos y femeninos. Las mujeres nobles, las hijas de la Luna, tenían sus propias riquezas, su esfera de poder político quedaba claramente delimitado y detentaban derechos exclusivos sobre sus propios súbditos. La Coya establecía con quiénes debían casarse las mujeres que estaban bajo su influencia y hubo también “caciques” mujeres: dueñas de grandes riquezas que en ocasiones festivas, mientras los hombres besaban la mano del Inca, ellas besaban la mano de la Coya.”[i]
Este paralelismo del género asociado a la pareja divina (macho y hembra), permitió en la mayoría de los pueblos que integraron el imperio Inca, una práctica sexual sin tabúes, siempre relacionada con la fecundidad de la tierra y los cultivos, pero también como una fuente de placer más allá de la procreación. “La relación de hombre y mujer, expresada como el encuentro creativo y complementario de dos seres no podía ser objeto de ninguna barrera restrictiva, pues amenazaba con destruir el equilibrio del mundo social y del cosmos andino.”[ii]
El servinakuy
O sirviñacu, como se lo conoce en nuestro norte, era una instancia de prueba, previa al matrimonio, que indignó a los españoles ya que entre otros objetivos, se encontraba el de la exploración sexual. Los incas no le daban importancia a la virginidad. Es más, para una mujer llegar virgen al matrimonio no era para nada apreciado por los hombres porque implicaba poca experiencia y experticia. La conformación de la familia implicaba el cierre de un tránsito y la adultez sexual.
Dioses y rituales
La luna y la Pachamama (tierra) patrocinaban la fecundidad y la alimentación, como tales fueron objeto de adoración, variando la importancia de cada una según las épocas. La Pachamama, deidad femenina, es fecundada por la lluvia (deidad masculina) y ambos eran y son objeto de rituales varios que muchas veces incluyen el sexo o su emulación. “Hay un rito por ejemplo, que se conserva en Langui, Cusco, donde para cierta festividad, hombres y mujeres se visten con ornamentos de carneros y llamas y bailan como en una representación sexual. “[iii]
El mundo de abajo
Para los incas, el cosmos se dividía en el mundo de arriba, este mundo (el del medio), y el mundo de abajo. Diferente al infierno, el uqu pacha es el mundo de los muertos, donde todo es al revés. Para ayudar a los muertos a salir de este mundo y entrar al mundo de abajo se realizaban rituales de inversión. Es decir, que si en nuestro mundo las prácticas sexuales son hetero, en el uqu pacha, son homo, y en vez de sexo vaginal, se practica el sexo anal. “En una representación moche se observa la actividad de ayuda de los vivos a los muertos, donde los muertos están jalando al vivo hacia abajo, mientras los vivos realizan prácticas sodomíticas de ayuda. También se sabe de existencia de bailes de travestidos que podrían tener connotaciones rituales de esta índole.”[iv]
Pampayrunas
Era el nombre de las prostitutas (que obviamente existían). Pampa es plaza o campo llano, y runa, persona. Al parecer vivían aisladas y eran tratadas con menosprecio.
También han dicho algunos españoles que la homosexualidad era común en los sacerdotes (cualquier parecido con la actualidad es pura coincidencia), a los que llaman prostitutos, y que serían criados y vestidos como mujeres desde pequeños.
Huacos
Son artesanías de la cultura Mochica, un pueblo que existió al norte de Perú entre los años 100 y 800. Sus huacos eróticos, han sido negados por la arqueología hasta no hace mucho, por considerarse pornográficos. Sin embargo son miles y reflejan esta forma de vida despojada de prejuicios. Característicos por los grandes penes, no suman más de ocho posiciones representadas, pero se han considerado una especie de kamasutra andino. Un dato importante es la presencia del clítoris, lo cual habla del reconocimiento pleno de la sexualidad femenina y la posibilidad popular de los placeres, a diferencia de los imperios europeos, donde se restringían a la aristocracia. Sus fines no habrían sido otros que los de estimular la fecundidad y por qué no, dejarnos por lo menos una imagen de una mentalidad diferente, para nosotros tan lejana en el tiempo como transgresora.

Por Ayelen Machaca


[i] COSMOVISIÓN, HISTORIA Y POLÍTICA EN LOS ANDES, Blithz Lozada Pereyra, Producciones CIMA, La Paz, 2006.
[ii] RELIGIÓN, GÉNERO Y CONSTRUCCIÓN DE UNA SEXUALIDAD EN LOS ANDES (SIGLOS XVI Y XVII). UN ACERCAMIENTO PROVISIONAL, FERNANDO ARMAS ASIN, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima)
[iii] Kauffmann-Doig, Federico. Sexo y magia sexual en el antiguo Perú , Lima, Perú: Quebecor World Perú, 2001

[iv] RELIGIÓN, GÉNERO Y CONSTRUCCIÓN DE UNA SEXUALIDAD EN LOS ANDES (SIGLOS XVI Y XVII). UN ACERCAMIENTO PROVISIONAL, FERNANDO ARMAS ASIN, Universidad Nacional Mayor de San Marcos (Lima)
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PROHIBIDAS TENTACIONES: UNA NOCHE EN EL CABARET


La tentación está siempre al acecho y en el marco de una noche de sábado en un cabaret, resistirse se vuelve casi imposible. Crónica de una noche en el cabarulo más caliente de Flores.

La noche del sábado, la madrugada del domingo, se va encendiendo de a poco. Hombres de todas las edades y mujeres de ropa ligera decoran el lugar. Casados, divorciados, separados, solteros y curiosos van poblando uno de los cabarets más conocidos del barrio de Flores, mientras que las chicas del lugar van de mesa en mesa en busca de negociar, al menos, un trago.
El paisaje lejos está de parecerse a Le Chat Noir, el primer cabaret que existió allá por 1881 en París, según cuentan los historiadores. En aquel entonces se trataba de una cita con la cultura, donde escritores, pintores y estudiantes de Bellas Artes acudían al cabaret para ver la actuación de cantautores. Hoy, casi 130 años después, el propósito del cabaret está alejado de la cultura: la búsqueda de la satisfacción física, visual y hasta muchas veces emocional es la principal motivación masculina. Para entender mejor las diferencias del pasado y presente, mejor describir el lugar. En una esquina, un escenario pequeño se alza a un metro al nivel del piso. Una silla y dos caños adornan el mini-escenario, donde mujeres de cuerpos tallados hacen acrobacias cada veinte minutos. En la otra esquina, una pantalla gigante de cincuenta pulgadas proyecta el canal porno Venus. En el medio, los clientes, consumiendo alcohol, charlando y mirando sin descaro a cuanta mujer pase por su lado. La trampa es la tentación. Pocos resisten. Hasta los simples curiosos se pueden dejar llevar...
Un hombre pelilargo de cuerpo robusto y remera turquesa frota el caño del escenario con un líquido que evita que la piel se deslice más de la cuenta. Ni bien termina su tarea, se escucha en el medio del bullicio y la música una voz por altoparlante: "Ha llegado el turno de Lisandrooooo...". Un joven y futuro esposo, que no llega a las tres décadas, sube al escenario y se sienta en la silla. El grupo de sus amigos que lo acompañan en la despedida de soltero lo arenga desde abajo. A Lisandro se lo ve distante y nervioso. En ese momento Carol (su nombre artístico, claro está), una morocha de pelo lacio y largo se sube al escenario. Un vestido salmón largo ceñido a su cuerpo marca llamativamente su figura celestial. La banda sonora es de los Rolling Stones. La canción es "Anybody seen my baby" ("¿Alguien ha visto a mi nena?"). Carol se deshace en piruetas y saca el mejor repertorio de la provocación para el agasajado (y para el público, lógicamente). Salvajemente, desabrocha la camisa de Lisandro y la arroja al piso. Acto seguido, Carol roza su cuerpo desnudo en el del futuro marido, ya despojado de los nervios y compenetrado en la exuberante muchacha de curvas sinuosas. A esta altura del show, el estribillo "¿Alguien ha visto a mi nena?" de los Stones parece ser una ironía. ¿Se habrá preguntado Lisandro por su verdadera nena en ese momento? La respuesta se la dejamos a gusto del lector.
"Te diría que el sesenta por ciento de los hombres que vienen acá son casados. Sólo el cuarenta por ciento es, supuestamente, soltero" comenta Flor al hablar de sus clientes. El show de Carol terminó y la atención se dispersa en distintos puntos. A un costado del escenario, cinco sillones blancos conforman el privado que en realidad no tiene nada de privado. Mientras Flor habla de sus clientes, en uno de los sillones un hombre de saco color crema y camisa celeste habla de manera relajada con una de las chicas del lugar. Lo que se ve confirma los dichos de Flor: el hombre, con un anillo en el anular, frota animadamente la pierna desnuda de la menuda muchacha de piel trigueña y cintura cuidadosamente trabajada en un gimnasio. Ella le susurra algo al oído y a los dos minutos desaparecen de escena. "Acá es así. Pagas cuarenta pesos y tomas algo con alguna de nosotras. Si pagas sesenta pesos vamos al privado y ahi hay franeleo. Sino, a los papeles directamente y vamos acá al lado solos media o una hora". Evidentemente el señor casado ya había pasado al tercer nivel y había ido directo a los papeles luego de un intenso franeleo. Flor seguía hablando y un muchacho, de no más de treinta, alza a una rubia encima suyo mientras sus dedos se acomodan en la cola de la chica. Franeleo al máximo. Y así, durante toda la noche, con actores de distintas edades e intereses, sigue el show de los sillones...
De eso se trata. Un poco de show, un poco de franeleo, mucho de miradas osadas (al final todo entra por los ojos, ¿no?) y a los bifes para todo aquel que quiera saciar el apetito sexual. El cabaret se encuentra al tope de su capacidad. Las barras y las mesas están repletas. Las chicas hablan, negocian y se divierten (o al menos eso parece) con los clientes. El reloj marca las cuatro de la mañana. La llama no se apaga. Una voz apenas se escucha por altoparlante que dice "...llegó el turno de Soledad...". Una rubia alta y cuerpo perfecto entra al escenario y se sube al caño con una sugerente pirueta que sorprende a más de uno. Los ojos de los espectadores se encandilan nuevamente. Los distintos momentos que propone el cabaret se siguen engranando casi imperceptiblemente, como una perfecta maquinaria de la tentación prohibida.


Por Fermín Romero de Torres
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lunes, 29 de septiembre de 2008

CUIDATE, QUERETE: ESQUIVANDO A LA CIGÜEÑA

El control de la natalidad es un tema clave en la vida de las personas. La ciencia moderna pone a nuestra disposición una variedad de métodos para que todas y todos decidamos cómo y cuándo traer al mundo a un pequeño vástago. Sin embargo, todavía existen numerosos mitos y creencias que nos ayudarían a cambiarle la ruta a la cigüeña pero que, lejos de ser ciertas, provocan que las dos líneas rojas de las pruebas de embarazo caigan como una lluvia helada de nueve meses de duración...

“Dos líneas es positivo, no? Uuuhhh… ¡¡me quiero matar!!” No por familiar deja de ser emocionalmente devastadora esta típica frase de la que han sido testigos tantos inodoros y bidets del planeta. Las piernas se aflojan, la voz se hace aguda y nuestra vida como la conocíamos hasta ese momento parece derrumbarse bajo un bombardeo de mamaderas, pañales sucios y pocas horas de sueño. Es que la llegada de nuestro heredero cambia por completo nuestra existencia (ni hablar cuando la estábamos planeando para dentro de dos, cuatro o quince años) y nos hace reflexionar sobre las consecuencias de nuestros actos. No se trata de vivir una sexualidad con miedo ni restricciones, sino de informarse y actuar con responsabilidad. Gracias a Xipe Totec, dios azteca de la fertilidad, la ciencia ha puesto a disposición de la gente que puede adquirirlos (hay que reconocerlo) numerosos y efectivos métodos anticonceptivos: preservativos, pastillas anticonceptivas, pastillas del día después, dispositivos intravaginales y, lamentablemente, la tediosa abstinencia.

Pero no es el objetivo de esta nota dar cuenta de todos ellos sino despejar dudas sobre aquellas antiguas artimañas transmitidas de generación en generación que tantos úteros inflamados han dejado por el camino. Abuelas, curanderas y monaguillos abstenerse…

-“Falsas creencias y otras hierbas”: Existen una variedad de métodos que proclaman que realizar ciertas actividades antes, durante y después del coito evita el embarazo. La mera enumeración de las mismas brinda información sobre su inexistente efectividad. Se trata de mitos y leyendas sin ningún rigor científico ni pruebas que sustenten su uso. La cosa sería más o menos así: parece que si una mujer se toma una gaseosa con un medicamento y se aplica vinagre o limón en la vagina antes de la relación, se ata un trapo rojo durante la relación sexual, y luego toma jugo de limón, se para sobre una superficie fría al mismo tiempo que salta con las dos piernas después de la relación no existiría la mínima posibilidad de quedar embarazada. Saquen sus propias conclusiones…
-“Lavarse la vagina después de mantener relaciones evita el embarazo”: Tremendamente falso. Seamos realistas, el agua puede ser una fuente de purificación para nuestro organismo (como dice la publicidad) pero a excepción de que se trate de un manantial milagroso con propiedades mágicas, no llega a lavar la fertilidad. Seamos claros, inundar estas cavidades con abundante líquido elemento no remueve los espermatozoides sino que los empuja hacia adentro.
-“Mantener relaciones sexuales de pie evita el embarazo”: Otra vez… falso. Si Newton escuchara de este método se arrojaría por un precipicio y sería víctima de su propia ley. Esta creencia se apoyaría en que el efecto de la gravedad en determinadas posiciones tendría algún efecto sobre el esperma, evitando que se realice la concepción. En estados óptimos de fertilidad, la pose en la que se realice el coito no es determinante sobre el resultado final. Si hay eyaculación, siempre existe la posibilidad de embarazo.
-“Escuche los consejos de la Iglesia Católica”: Sin ánimo de ofender a nadie, la posición adoptada por la Iglesia es por demás peligrosa. “En la anticoncepción la procreación se convierte en el enemigo a evitar en la práctica de la sexualidad” (Juan Pablo II, Evangelium Vitae 23). Es decir, se categoriza a una sexualidad responsable como una práctica hedonista, egoísta y que pone al placer por encima de las relaciones humanas, afirmando que la única función de la vida sexual de las personas es la de procrear. Sin entrar en un debate más extenso sobre diversas morales y sus derivaciones, esto lleva a adherir a métodos por demás ineficaces que tienen como resultado final embarazos no deseados. Uno de ellos es el “coitus interruptus”, que consiste en extraer el pene de la vagina momentos antes de la eyaculación. El líquido pre seminal que segrega el pene durante el acto contiene espermatozoides, por lo que el peligro de fertilizar al óvulo es real. También se apela a mantener relaciones en los llamados días no fértiles, lo cual no brinda un nivel de eficacia comprobable.
-“Tener pocas relaciones sexuales baja la posibilidad de embarazo”: Este sistema, más allá de ser poco práctico, confía más de lo que nos gustaría en la matemática. También se lo puede relacionar con la posición de la Iglesia Católica. Ya lo dijo el periodista y escritor estadounidense Henry Louis Mencken, “es completamente lícito para una católica evitar el embarazo recurriendo a las matemáticas, aunque todavía está prohibido recurrir a la física o a la química.” La verdad es que fisiológicamente, una pareja que mantiene relaciones en un estado y momento óptimo de fertilidad tiene apenas el 25% de posibilidades de concebir. Más allá de que este número puede llegar a brindar cierta tranquilidad en algunos casos, del mismo se desprende que solo basta una relación sexual para concebir. Mejor dejemos a la matemática de lado.
-“La observación del moco cervical puede darnos información sobre los períodos fértiles de la mujer”: Este método, más allá de ser muy poco efectivo (apenas un 60%) es bastante asqueroso. El moco cervical es un líquido que se encuentra en el cuello del útero. El mismo se hace más abundante, cristalino y transparente (casi como una clara de huevo) en los períodos fértiles, por lo que detallada observación del mismo nos daría información sobre el riesgo de un embarazo. De más está decir que el riesgo es alto y depende de la observación visual.
-Mmmm… ¿a vos te parece cristalino esto?
-No sé… es medio grisáceo, no?
-¡Que se yo! Por eso te pregunto… si yo soy daltónico!


Por Diego Quiroga Leer más…