jueves, 23 de octubre de 2008

ENTREVISTA: VIH, ESTIGMA Y DISCRIMINACION


Las campañas de prevención e información son hoy en día las mejores herramientas para combatir la epidemia del VIH, sobre todo en un país donde se calcula que hay más de 130 mil infectados, de los cuales el 60% desconoce su situación. Entrevista a Silvia Belsún, trabajadora social, miembro del Servicio Social del Hospital Pirovano y referente en el área VIH/SIDA, quien da un panorama de la actualidad de la enfermedad en Argentina.

-¿Como profesional, cual es su visión sobre la actualidad de los pacientes con VIH en la Argentina?
-Se puede decir que hoy por hoy, y gracias a la legislación vigente, está garantizado el acceso de toda persona, no sólo a la medicación es decir al tratamiento antirretroviral, sino a la atención integral de la problemática. A qué me refiero: que para una persona que vive con VIH es tan importante contar con la medicación como saber cómo tomarla, poder incorporarla a su vida. Estas cuestiones se relacionan a lo que llamamos la “adherencia” al tratamiento; al poder sostener el tratamiento en el tiempo.

La decisión de empezar el tratamiento acarrea un gran compromiso, ya que si se interrumpe o se saltean las tomas, los daños al cuerpo pueden ser graves. Belsún aclara que “por eso es importante conversar sobre esto con las personas antes de tomar la decisión de iniciar el tratamiento antirretroviral, justamente para evitar el abandono, con las consecuencias que esto también implicaría.”

- ¿Cual es el tratamiento para las personas de menores recursos?
- El tratamiento es el mismo, pero por esto se suele decir que no cualquiera puede adherir al tratamiento: en el hospital público, de hecho, muchas personas tienen tantos atravesamientos conflictivos, en relación a la pobreza en general, que vivir con VIH no es visualizado como su mayor problema. Es con este tipo de personas que cobra particular importancia el tema de la decisión de iniciar el tratamiento. Una persona que no tiene heladera, o directamente vive en la calle, difícilmente pueda sostener un tratamiento con tantas exigencias.

Los pacientes con VIH tienen el respaldo de la ley para recibir gratuitamente los medicamentos, y aunque en general ha habido grandes progresos, el principal problema que rodea a la enfermedad sigue siendo la desinformación y la discriminación. Belsún asegura que el problema está relacionado a lo que socialmente significa el VIH, ya que al comienzo de la epidemia se la relacionaba con los denominados “grupos de riesgo” (homosexuales, los usuarios de drogas, las trabajadoras sexuales). Por eso, explica que “hoy en día vemos que cualquier persona puede tenerlo. La realidad es que el VIH es un virus que no se contagia, se transmite, e incluso no es de fácil transmisión: es necesario un intercambio de los fluidos corporales que lo transmiten en gran cantidad y sin las precauciones sugeridas para finalmente adquirir el virus”.

-¿Cómo se combate la discriminación?
-Sin dudas, la prevención e información son las mejores herramientas tanto para frenar la transmisión, como para mejorar la calidad de vida de aquellos que viviendo con el virus, sufren la discriminación y el estigma derivado de las concepciones erróneas que circulan respecto del VIH/SIDA.


Por Andrés Solmesky
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T e como todo

No es casual la asociación recurrida de la comida con el sexo. Ambas son necesidades biológicas y a la vez son los mayores placeres.

Saciar el hambre y saciar el apetito sexual no sólo son satisfacciones comparables sino que muchas veces van juntas. Comemos y mantenemos relaciones sexuales con gran pasión si el plato que vamos a ingerir o la persona con que intimamos son deseados o los esperamos hace mucho. También son en nuestra sociedad factores de gran culpa: la gula y la lujuria son pecados capitales.

¿No son sin duda las metáforas gastronómicas las que mejor nos transportan a determinadas sensaciones de manera más vívida? Es que todos nuestros sentidos se despiertan a la hora de comer y la hora de sentir el cuerpo del otro.

Desde la poesía más excelsa al piropo más chabacano recurren a la asociación:
“Tus piernas de tres a seis de la tarde
en la memoria de pronto me arden
y cuando quiero aliviar mi locura
sólo me calma comer aceitunas.

Una aceituna mordida
le ha vuelto a la vida todo su sabor
maravillado, respiro y siento tu olor.”
Silvio Rodriguez

“Mamita… Cuanta carne y yo pasando hambre”
Anónimo popular

En este relación simbiótica hay comida que se considera especialmente afrodisiaca, es decir comida que estimula el deseo sexual. Si bien no es comprobado que haya comida que excite, sí se puede decir que existen alimentos más o menos energizantes, altos en calorías, especias poderosas picantes y coloridas, bebidas alcohólicas que desinhiben, frutas, verduras y carnes similares a las partes más pudientes de nuestro cuerpo.

Elementos que combinados pueden causar explosión en cualquier humano predispuesto a la acción sexual.

Se dice que el ajo, la palta, los mejillones, las almendras y las nueces, las cerezas, las bananas, las berenjenas el chocolate y la canela entre otros, son afrodisiacos. Todos sabores, olores penetrantes o formas fálicas.

En cuanto a las formas de combinarlos con el sexo, no sólo encontramos las habituales cenas románticas con postre interesante, los desayunos con “mañanero” o las meriendas con “rapidito”, sino que también existen combinaciones más directas emparentadas con el fetichismo. Hay por ejemplo, quienes se deleitan con lo resbaladizo de una jalea sobre el cuerpo deseado o con una fruta madura robada sutilmente de otros labios. También hay quienes acuden a consoladores naturales como una banana o una zanahoria para jugar con su pareja.

Incluso si hablamos de métodos anticonceptivos y hurgamos en la historia de la humanidad, encontramos muchas veces a la comida relacionada más allá de su real eficacia. Las egipcias por ejemplo, se untaban la vagina con miel e introducían semillas de acacia que al parecer actuaban como espermicidas naturales
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Fiesta, que fantástica fantástica esta fiesta!!!


Fiesta caliente en el barrio de Almagro. "Los Fiesteros" son los protagonistas y la idea es dejarse llevar en un mundo donde lo convencional brilla por su ausencia. Crónica de una tarde de orgías en un boliche swinger.

Es miercoles son las 20 y llueve en la ciudad de Buenos Aires. La temperatura no supera los 10 grados y las calles se van vaciando de a poco. Es que el frío y la lluvia son una buena invitación para correr hacia el calor de los hogares.

En un boliche de Almagro sin embargo calor es lo que sobra. Hoy es noche de “Fiesteros” y más de 100 personas se preparan para saciar sus deseos más ardientes. Ubicado en el barrio de Almagro, Class es un boliche swinger que los miercoles suele ser el punto de reunión de hombres, mujeres, travestis y crossdreser que se juntan para compartir fiestas sexuales donde vale absolutamente todo, siempre y cuando sea con el consentimiento de los demás.

Al ingresar al boliche uno recibe una bolsa de consorcio y una percha en donde deberá dejar su ropa y pertenencias. Una de las pocas reglas que existe en el lugar es que nadie puede ingresar a la fiesta vestido, solo se permite la ropa interior y el calzado, sin embargo todos llevan también riñoneras en donde guardan preservativos, celulares, geles lubricantes y dinero que les permita comprar algún trago.

Preservativo y gel lubricante sin embargo es algo que sobra en las fiestas del grupo “Los Fiesteros”. En cada barra, mesa y rincón se puede encontrar estos artículos en abundancia. Es que como lo definen desde el mismo sitio web del grupo la idea es compartir fiestas de sexo, placer y lujuria pero siempre con el respeto como premisa básica y dentro de una marco de higiene y seguridad.

Entre los presentes los hombres son mayoría aunque también hay una buena cantidad de travestis, mujeres, parejas y crossdresers, es decir, hombres que gustan vestir lencería femenina.

Algunos bailan, otros charlan en las mesas, otros piden tragos en la barra, pero la acción esta en los reservados del fondo del boliche y también en los pasillos. Como si se tratará de una gigantesca película porno, no se pueden dar dos pasos sin cruzarse a gente teniendo sexo. En todas sus variantes y colores.

Homosexuales, heterosexuales, de a dos, de a tres, de a cuatro, en grupo, en el piso, en los sillones, contra las paredes. La música se mezcla con los gemidos de placer de las decenas de cuerpos en plena ebullición sexual.

A un costado veo a un señor de unos 50 años que entrega a su joven y hermosa pareja a un grupo de 4 amigos jóvenes para que estos le den placer a la mujer, mientras el señor se sienta a mirar y a disfrutar de la escena.

Al otro costado hay una especie de cuarto oscuro en donde unas 20 personas se frotan los cuerpos, se besan, se tocan, y entre ese mar de cuerpos apenas se pueden distinguir algunas piernas, pechos, bocas...en definitiva, cuerpos de personas que disfrutan su sexualidad de una manera no convencional pero, por lo visto, por demás placentera.

Por Ariel Cortez
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