jueves, 23 de octubre de 2008

T e como todo

No es casual la asociación recurrida de la comida con el sexo. Ambas son necesidades biológicas y a la vez son los mayores placeres.

Saciar el hambre y saciar el apetito sexual no sólo son satisfacciones comparables sino que muchas veces van juntas. Comemos y mantenemos relaciones sexuales con gran pasión si el plato que vamos a ingerir o la persona con que intimamos son deseados o los esperamos hace mucho. También son en nuestra sociedad factores de gran culpa: la gula y la lujuria son pecados capitales.

¿No son sin duda las metáforas gastronómicas las que mejor nos transportan a determinadas sensaciones de manera más vívida? Es que todos nuestros sentidos se despiertan a la hora de comer y la hora de sentir el cuerpo del otro.

Desde la poesía más excelsa al piropo más chabacano recurren a la asociación:
“Tus piernas de tres a seis de la tarde
en la memoria de pronto me arden
y cuando quiero aliviar mi locura
sólo me calma comer aceitunas.

Una aceituna mordida
le ha vuelto a la vida todo su sabor
maravillado, respiro y siento tu olor.”
Silvio Rodriguez

“Mamita… Cuanta carne y yo pasando hambre”
Anónimo popular

En este relación simbiótica hay comida que se considera especialmente afrodisiaca, es decir comida que estimula el deseo sexual. Si bien no es comprobado que haya comida que excite, sí se puede decir que existen alimentos más o menos energizantes, altos en calorías, especias poderosas picantes y coloridas, bebidas alcohólicas que desinhiben, frutas, verduras y carnes similares a las partes más pudientes de nuestro cuerpo.

Elementos que combinados pueden causar explosión en cualquier humano predispuesto a la acción sexual.

Se dice que el ajo, la palta, los mejillones, las almendras y las nueces, las cerezas, las bananas, las berenjenas el chocolate y la canela entre otros, son afrodisiacos. Todos sabores, olores penetrantes o formas fálicas.

En cuanto a las formas de combinarlos con el sexo, no sólo encontramos las habituales cenas románticas con postre interesante, los desayunos con “mañanero” o las meriendas con “rapidito”, sino que también existen combinaciones más directas emparentadas con el fetichismo. Hay por ejemplo, quienes se deleitan con lo resbaladizo de una jalea sobre el cuerpo deseado o con una fruta madura robada sutilmente de otros labios. También hay quienes acuden a consoladores naturales como una banana o una zanahoria para jugar con su pareja.

Incluso si hablamos de métodos anticonceptivos y hurgamos en la historia de la humanidad, encontramos muchas veces a la comida relacionada más allá de su real eficacia. Las egipcias por ejemplo, se untaban la vagina con miel e introducían semillas de acacia que al parecer actuaban como espermicidas naturales

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