Visita a la noche más caliente del conurbano, los Jueves Hot de Pinar de Rocha, donde el alcohol, el sexo y el descontrol son la norma.
Es jueves por la noche y la rutina de la semana empieza a hacer mella en el cuerpo, sin embargo los lamentos y demostraciones de cansancio deberán quedar para otro momento porque hay que ir a cubrir una de las noches más calientes de la Argentina, los jueves de Pinar de Rocha. Por Ariel Cortez
Es jueves por la noche y la rutina de la semana empieza a hacer mella en el cuerpo, sin embargo los lamentos y demostraciones de cansancio deberán quedar para otro momento porque hay que ir a cubrir una de las noches más calientes de la Argentina, los jueves de Pinar de Rocha. Por Ariel Cortez
Toda profesión en algún momento plantea desafíos y en esta ocasión era hora de poner a prueba mi verdadero oficio de cronista, así que por más que tenía inmensas ganas de quedarme a dormir, tome coraje y partí hacia Pinar de Rocha, un verdadero templo de la lujuria.
El boliche es gigante y cuando arribé pasadas las tres de la mañana lucía casi completo. El la pista principal estaban desfilando las hermanas Belén y Jesús Francese y decenas de hombres se agolpaban contra pasarela, gritaban, aullaban y sacaban fotos con sus celulares.
Las chicas en ese momento relegadas bebían en las barras, bailaban y también acusaban a los gritos a las hermanas Francese de ejercer la más vieja de las profesiones.
La presencia masculina parece ser mayoría, sin embargo las mujeres reemplazan cantidad con osadez y desinhibición. Polleras milimétricas, escotes eternos, botas con grandes plataformas y mucha provocación en bailes y miradas son moneda corriente.
A pesar de que el boliche es para mayores de 18 años, muchas parecen no haber cumplido la mayoría de edad aún. Le consultó a una morocha con cara de quinceañera cuantos años tiene y me responde que si le invito un trago me cuenta, pero como había mucho ruido como para poder explicarle que la profesión de cronista no permite ese tipo de lujos, prefiero sonreír y seguir caminando.
En la pasarela ya no están las hermanas Francese, pero está comenzado un show erótico que con el correr de los minutos se irá transformando en pornográfico. Un musculoso chico y una pulposa chica comienzan bailando sensualmente para terminar practicando el famoso “perrito”, previo sexo oral practicado con un entusiasmo fascinante.
Luego salen dos musculosos más, junto a dos bailarinas de caño, pero esta vez en vez de demostrarse amor entre ellos, comienzan a convocar al público. Los chicos se matan por subir, pero las mujeres no se quedan atrás. Al mejor estilo “lanzamiento de ramo en casamiento”, las chicas se codean, se empujan, se chocan, tratando de ser las elegidas.
A esta altura el boliche esta en llamas. Besos al por mayor, muchos torsos desnudos, y también muchas fotos, son el marco.
Chicas se besan apasionadamente con otras chicas para provocar a hombres que las filman con sus celulares, mientras que los chicos bailan reggeaton de tal manera que uno teme por la integridad física de sus compañeras.
Pero lo más sabroso no esta pasando en la pista sino en los reservados y pasillos, donde algunas pocas parejas deciden llevar el jueves hot hasta sus máximas posibilidades.
Del resto, una gran cantidad consigue compañía para un turno en alguno de los hoteles que rodean al boliche, otros siguen divirtiéndose con una dieta basada en besos y baile, mientras una minoría responsable, entre los que se encuentra este sacrificado cronista, decide ir a dormir aunque sea una hora antes de arrancar el viernes laborable.
El boliche es gigante y cuando arribé pasadas las tres de la mañana lucía casi completo. El la pista principal estaban desfilando las hermanas Belén y Jesús Francese y decenas de hombres se agolpaban contra pasarela, gritaban, aullaban y sacaban fotos con sus celulares.
Las chicas en ese momento relegadas bebían en las barras, bailaban y también acusaban a los gritos a las hermanas Francese de ejercer la más vieja de las profesiones.
La presencia masculina parece ser mayoría, sin embargo las mujeres reemplazan cantidad con osadez y desinhibición. Polleras milimétricas, escotes eternos, botas con grandes plataformas y mucha provocación en bailes y miradas son moneda corriente.
A pesar de que el boliche es para mayores de 18 años, muchas parecen no haber cumplido la mayoría de edad aún. Le consultó a una morocha con cara de quinceañera cuantos años tiene y me responde que si le invito un trago me cuenta, pero como había mucho ruido como para poder explicarle que la profesión de cronista no permite ese tipo de lujos, prefiero sonreír y seguir caminando.
En la pasarela ya no están las hermanas Francese, pero está comenzado un show erótico que con el correr de los minutos se irá transformando en pornográfico. Un musculoso chico y una pulposa chica comienzan bailando sensualmente para terminar practicando el famoso “perrito”, previo sexo oral practicado con un entusiasmo fascinante.
Luego salen dos musculosos más, junto a dos bailarinas de caño, pero esta vez en vez de demostrarse amor entre ellos, comienzan a convocar al público. Los chicos se matan por subir, pero las mujeres no se quedan atrás. Al mejor estilo “lanzamiento de ramo en casamiento”, las chicas se codean, se empujan, se chocan, tratando de ser las elegidas.
A esta altura el boliche esta en llamas. Besos al por mayor, muchos torsos desnudos, y también muchas fotos, son el marco.
Chicas se besan apasionadamente con otras chicas para provocar a hombres que las filman con sus celulares, mientras que los chicos bailan reggeaton de tal manera que uno teme por la integridad física de sus compañeras.
Pero lo más sabroso no esta pasando en la pista sino en los reservados y pasillos, donde algunas pocas parejas deciden llevar el jueves hot hasta sus máximas posibilidades.
Del resto, una gran cantidad consigue compañía para un turno en alguno de los hoteles que rodean al boliche, otros siguen divirtiéndose con una dieta basada en besos y baile, mientras una minoría responsable, entre los que se encuentra este sacrificado cronista, decide ir a dormir aunque sea una hora antes de arrancar el viernes laborable.
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