Sexo con amor, sexo sin amor, relaciones incestuosas y luchas por el poder dominadas y definidas por una de las grandes perdiciones de los hombres: la carne. Si ya están aburridos de los programas de chimentos que inventan todo tipo de rectángulos amorosos con el único fin de promocionar sus bizarros integrantes. Si sus historias y sus escándalos ya suenan repetidos. Si necesitan una dosis de originalidad… nada mejor que recorrer la historia de una de las mujeres más influyentes de la historia de la humanidad: Cleopatra. Por Diego Quiroga
Tratemos de imaginar un paralelo con alguna de estas personalidades de varieté que pululan por los programas de televisión para tomar real dimensión de la agitadísima vida de la reina del Nilo. Digamos que tendríamos que encontrar a la hija de un poderoso gobernante de este mundo (¿Obama tiene alguna?) que herede el poder de su padre, se case con su hermano menor porque la ley lo exige para mantener su gobierno, luego sea forzada al exilio por su propio hermano, busque apoyo político en un poderoso presidente de una nación extranjera, tenga un hijo con él, retome el poder de su nación, contraiga matrimonio con otro de sus hermanos y luego enamore a otro influyente funcionario para luego suicidarse. Y todo esto en apenas treinta y nueve años…
Las pinturas y las esculturas de la época la dotaban de una gracia y sensualidad dignas de los dioses. Sus cabellos negros fluían por sus hombros con la delicadeza y la energía de un río. Sus labios, amenazantes y cautivantes, hipnotizaban a los hombres y los hacían arrodillar ante su presencia. Su voz embelesaba hasta los más férreos interlocutores, quienes perdían el habla ante la sonoridad de sus palabras. Su cuerpo hacía estremecer hasta a los eunucos romanos, quienes se maldecían por la inoportuna pérdida. Su habilidad con la cosmética no tenía comparación, otorgándole la posibilidad de realzar aún más lo que por naturaleza ya era bello. Su piel era suave como la seda, gracias a los novedosos tratamientos dermatológicos de la época: semen de esclavos, miel y almendras, los cuales no solo resaltaban la belleza de su piel sino que además atraía a los hombres. Para colmo de males, era una mujer dotada con una poderosa inteligencia y personalidad que le permitió abrirse camino en una arena política que haría que el peronismo actual se asemeje a una reunión de la tercera edad. Ah, además era políglota.
Entre los actos más lujuriosos de Cleopatra podemos mencionar su original forma de acercarse a César. La reina del Nilo, luego de casarse con su hermano Tolomeo XIV, es expulsada del reino y se refugia en Siria. Allí conoce al poderoso romano y decide conquistarlo para contar con sus tropas y así enfrentar a su hermano y recuperar el control del Nilo. Para esto Cleopatra le envía un presente a César. Ni más ni menos que ella misma envuelta en una alfombra. Imaginemos la cara del miembro del Segundo Triunvirato Romano el desenvolver el presente y encontrarse con semejante regalo. El resultado: Cleopatra, con la ayuda César, inicia una guerra y retoma el poder de Egipto. De esta relación nace Cesarión y la reina del Nilo permanece junto al romano hasta su muerte.
Una vez en Egipto, Cleopatra debe enfrentar la inminente invasión romana. Para ello, y sabiendo que un pelo de su cabellera tira más que cien legiones romanas, decide apelar una vez más a sus encantos y enamora a Marco Antonio, con quién vive un año en lujuria permanente. Se cuenta que ambos amantes (César y Marco Antonio) enloquecieron con las técnicas sexuales de la reina, quién tenía la particularidad de tomar la iniciativa en las relaciones y colocarse por encima de sus parejas durante el acto (cosa que enloquecía a los romanos que estaban acostumbrados a ser ellos los que dominaran las acciones).
Transcurrido ese tiempo, el romano debe volver a su ciudad. Lejos de inquietarse por su partida y fiel a su femineidad (¿podría este ser el primer caso de la historia de histeriqueo?), Cleopatra reprime sus impulsos y decide esperar. Hay cosas en la historia que nunca cambiarán, como esa célebre frase que proclama que “el hombre propone y la mujer dispone”. Dicho y hecho, Marco Antonio vuelve presuroso a las piernas de su amada y permanece junto a ella hasta que muere en una batalla contra sus compatriotas en el año 31 A.C. Acorralada por las legiones romanas, Cleopatra decide encerrarse en un mausoleo y suicidarse para no darle el gusto a sus enemigos quienes pretendían llevarla a Roma atada en un carro como trofeo de guerra.
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